El sentido oculto de las cortadas y las cicatrices

SEÑALES DE ALARMA ¡!!!

El herir y marcar el cuerpo como forma de expresión de diferentes estados afectivos y emocionales ha existido desde tiempo atrás. Sin embargo, hay, hoy por hoy, un particular fenómeno que se presenta cada día con mayor frecuencia: me refiero a las cortadas que se infligen niños adolescentes a sí mismos. Este particular fenómeno requiere de nuestra atención y profundo entendimiento, pues acarrean un grave peligro.

Según el CIE 10 las cortadas son lesiones autoinfligidas intencionalmente por medios no específicos. La OMS hace énfasis en que son manifestaciones en que el niño y el adolescente utilizan su cuerpo como protagonista, tal como ocurre en los trastornos de alimentación y en las somatizaciones. Desafortunadamente, las clasificaciones mencionadas se limitan a describir el fenómeno sin tener en cuenta las causas emocionales que lo originan. Las clasificaciones tienden a obturar la posibilidad de que tanto el sujeto como el entorno en que vive se cuestionen por el sentido de su síntoma.

De que se trata?
Las cortadas autoinfligidas son realizadas por lo general por adolescentes cuyas edades oscilan entre los 11 y 17 años. Las zonas en que se hieren son con mayor frecuencia las muñecas, los brazos, las piernas y el abdomen. El adolescente que se corta manifiesta no sentir dolor, sino alivio, e incluso placer. Expresiones tales como: “si no me corto me muero, ahí sí que tendría que matarme” nos dan luces sobre el sentido oculto tras las cortadas. Aun cuando el adolescente que se hiere procura concientemente esconder su proceder, anhela de manera inconsciente que alguien se dé cuenta de lo que está ocurriendo y le socorra, es decir “hacerse visible ante los demás”. Por lo general los primeros en percatarse de las cortadas son los compañeros, rara vez son los adultos puesto que cada vez tenemos menos tiempo y disposición para atender el mensaje verbal y corporal de nuestros niños y adolescentes.

Cuando un niño, adolescente decide cortar su cuerpo para su sufrimiento y angustia pues lo hace en buena parte porque carece de palabras para hacerlo y de un interlocutor que le escuche. Las cortadas son expresiones de:
• Dolor ante el abandono o el trato violento y despectivo por parte de los adultos.
• El temor de no ser entendido.
• El deseo de separarse de una madre asfixiante y/o sobreprotectora.
• El deseo por no cumplir con el deseo y las expectativas de los padres.
• Una solicitud de ayuda y comprensión.
• Una pobre valoración de sí mismo.
• Rabia dirigida contra sí mismo.
• Vergüenza, desesperanza, frustración y sensación de desamparo.
• Un castigo auto infligido ante impulsos sexuales y agresivos.

" Ser madre es un privilegio, sin embargo, sobreproteger a los hijos al grado de asfixiarlos psicológicamente, es entrar en una vía que produce hijos infelices e inmaduros...."


Padilla y Brainsky (2009) en su libro “Viviendo en el Límite” hacen énfasis en que el contacto de la cuchilla con la piel tiene tres momentos, cada uno de los cuales tiene su significado propio; estos son: el corte y sangrado, la costra y la cicatriz.


El corte y sangrado tiene como función: rescatar a la persona de la sensación de “ser nada”, de no existir, al hacerle sentir que su cuerpo vibra, duele, arde. Es una manera de confirmar que el ser que habita el cuerpo existe y tiene vida propia, diferenciada del otro. Aquel que se hiere a sí mismo plasma en el cuerpo un dolor psíquico no visible, con la esperanza de ser entendido y acogido.

La costra provee una envoltura provisional que evita el “derramamiento psíquico y físico”. Al quitarse la costra una y otra vez, el sujeto desea confirmar que tiene un límite, algo que evita su dispersión en la nada.
La cicatriz sirve como registro imborrable de un dolor inenarrable. Es, por decirlo de alguna manera, una narración muda que produce asombro y temor. A la vez, es un recuerdo del sufrimiento que se torna parte de la identidad. Los tatuajes y piercings pueden tener un valor simbólico similar a la cicatriz, ya que pueden representar momentos dolorosos o cruciales de la historia vital.

¿Qué hacer?
1. Es importante que los adultos cercanos a niños y adolescentes se percaten de este fenómeno. De no ser así, lo que es un incipiente pedido de ayuda podrá convertirse en un peligro para la vida. Padres -y adultos cercanos- deben servir como figuras confiables que ayuden a sus hijos a pensar sus estados emocionales. A la vez deben contribuir para que sus hijos tengan una experiencia vital satisfactoria en que haya lugar para el juego creativo y para el diálogo constructivo. Si los padres y adultos responsables no atienden las necesidades emocionales de niños y adolescentes, éstos se verán impelidos a utilizar su cuerpo para comunicar de manera desesperada su sufrimiento y soledad.

2. Lo anterior se complementa con la intervención Psicoterapéutica.

 

Patricia Gonzalez Angulo
Psicopedagoga - Psicóloga
Especialista en Psicología Clínica Infantil
U. Ext. De C.- U. Javeriana
Inupsi Madrid-España

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Experiencia en  atención a niños y adolescentes en el área clínica y Educativa. Diagnóstico y tratamiento complementado con la aplicación de pruebas Psicotécnicas.