Alimentación, lácteos y crecimiento
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- Categoría: Complementaria 6-12 meses
- Escrito por Dr. Jaime Forero Gómez
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Dr. Jaime Forero Gómez
Pediatra Intensivista y Neonatólogo.
Director Unidad de Cuidado Intensivo Pediátrico y Neonatal, Clínica Chicamocha,
Director Científico Fundación Hispanoamericana.
Bucaramanga, Colombia.
El conocimiento por parte del personal de salud, educadores y familias de unas normas alimentarias correctas, es vital para lograr un crecimiento y desarrollo apropiados de nuestros niños. Todas las sociedades científicas y grupos de investigación en nutrición recomiendan que durante la infancia y la adolescencia, la dieta normal de un niño debe incluir todos los grupos alimentarios: productos lácteos, carnes, huevos y legumbres, cereales y frutas, verduras y hortalizas.
Los objetivos nutricionales actuales buscan la prevención de enfermedades en la vida adulta gracias a una buena base nutricional desde la infancia. Todo esto al fomentar las dietas saludables o "mediterráneas", promover un buen desayuno o buscar que todos los niños reciban, mínimo al día, una porción alimentaria adecuada, teniendo a los productos lácteos como alimentos principales. Asimismo, se debe evitar el consumo de alimentos "chatarra o basura", y más bien fomentar la ingesta de frutas, cereales o leche y sus derivados en los períodos intercomida (media mañana u onces). No olvidar el consumo de pescado, disminuyendo la ingesta de productos cárnicos; aumentar el consumo de agua y fórmulas lácteas frente a todo tipo de bebidas y refrescos (gaseosas), y promover el consumo de alimentos funcionales, definidos por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos como "alimentos que engloban productos potencialmente saludables", en los que se incluyen "cualquier alimento o ingrediente alimentario modificado que pueda proporcionar un beneficio para la salud, además de los nutrientes esenciales que contienen".
La Organización Mundial de la Salud, desde antes del año 2001, recomienda la alimentación exclusiva con leche materna hasta el sexto mes de vida, asociándola con otros alimentos hasta el segundo año. Sin embargo, la cantidad de vitaminas y minerales que provee la leche materna y que requiere el niño después del sexto mes de vida, es insuficiente para satisfacer todas las exigencias biológicas que necesita para su crecimiento. Por tal motivo se recomienda diversificar la dieta a partir de esta edad, incluyendo alimentos con alta fuente de vitaminas y minerales, alimentos básicos y complementarios, como lácteos y sus derivados, y suministrar suplementos alimentarios hasta la adolescencia.
La leche de vaca pura no debe suministrarse durante el primer año de vida, por los efectos que puede tener en el crecimiento, desarrollo, estado nutricional e inmunológico del niño. Una gran alternativa a ésta recomendación, son los productos derivados de la leche, como las leches fermentadas tipo yogurt, kumis y quesos (alimentos funcionales), que se puede empezar a administrar al niño a partir del sexto mes de vida. A pesar de ser fabricados a partir de la leche de vaca, u otros animales, la presencia de bacterias probióticos (cultivos de iniciación), modifica .en casi su totalidad los ingredientes de la leche, haciendo de las fórmulas lácteas y sus derivados un alimento completo y adecuado para obtener un crecimiento óptimo y equilibrado.
Los lactantes menores de 6 meses, y los niños en general, son los grupos más vulnerables a presentar deficiencia de rnicro nutrientes, debido a las necesidades elevadas de vitaminas y minerales que su organismo necesita por su rápido crecimiento, en relación al consumo y cantidad de alimentos que reciben diariamente. Por esto, se habla que hou más de la mitad de los niños del mundo presentan grandes deficiencias nutritivas, en especial de hierro,
zinc, vitamina A, e, D, complejo B, entre otros.
Las vitaminas y minerales (micro nutrientes), son necesarios para la producción de diversas enzimas, hormonas y mediadores bioquímicos en la regulación de procesos biológicos. Son requeridos para la producción de energía, para la síntesis de DNA y RNA y para dar protección contra los radicales libres en el aire. Los micronutrientes, además, son necesarios para la promoción del crecimiento físico, maduración sexual y desarrollo psicomotor. Un número de vitaminas (vitaminas A, E, C, D, B2, B6, ácido fólico) y minerales (hierro, zinc, selenio, cobre) se destacan por impulsar la inmunología humoral y celular Por otra parte, la deficiencia de micro nutrientes tiene una relación directa con la presencia de infecciones recurrentes y retraso en el crecimiento, en la niñez de países en vías de desarrollo. Por esto, la WHO desde el año 2000, recomienda volver a los niños “amigos” de los productos lácteos fortificados para cubrir éstas carencias.
La deficiencia de vitaminas y minerales ocurre, frecuentemente, de forma simultánea en el organismo, y los efectos conjuntos desde el embarazo hasta los tres años de vida son cruciales, debido a que el 70% del desarrollo cerebral se lleva a cabo en este periodo de tiempo y el 30% restante, durante los años pre-esolares.
Además tiene consecuencias irreversibles en el crecimiento y la capacidad de aprendizaje del niño en desarrollo, reduciendo así la facultad física y productiva, con graves consecuencias en la salud y el rendimiento. Por tal motivo, se recomienda que el niño reciba en los dos primeros años de vida dentro de su alimentación, entre 3 a 4 porciones (6 a 8 onzas por porción) al día, de productos lácteos fortificados. De esta manera, se aporta de un 25% a un 30% de las calorías diarias necesarias, con una distribución dietética aproximada del 25% al desayuno, 30% al almuerzo, 15% a la merienda (“media mañana u onces") y 30% en la comida, todo integrado con una dieta variada, equilibrada e individualizada sin normas nutricionales rígidas.
La ingesta de productos lácteos fortificados con vitaminas y minerales redujo la incidencia de anemia en un 31%, y la deficiencia de hierro en un 51% en lactantes mayores de 6 meses de vida, en relación a niños que no consumen diariamente este tipo de alimentos. Se ha registrado que la ingesta de lácteos fortificados con vitamina A, entre el sexto mes y los 5 años de vida, reduce de forma significativa la mortalidad infantil entre un 23% a 30%, y la ceguera en un 70%; la suplementación con zinc reduce la mortalidad en un 9% y la incidencia de diarrea en un 23%, demostrando así que la ingesta de alimentos lácteos, es la más beneficiosa en el desarrollo global infantil.
El niño preescolar y escolar debe recibir en promedio aproximadamente 1600 a 2000 calorías diarias (90 a 120 kcal/kg de peso/día de acuerdo a la edad). Esto se debe a que en esta edad la actividad física es mayor. Los productos lácteos de diversas marcas, normales o modificados, son probablemente el único alimento de la naturaleza que promueve el crecimiento óptimo de los humanos, asegurando una excelente fuente de nutrientes y permitiendo a través de ésta, que el niño logre un crecimiento y desarrollo satisfactorios. La mayoría de ellos mantienen la proporción calórica recomendada: un 30-35% para grasas, 35-55% para hidratos de carbono y 10-15% para proteínas de alta calidad biológica.
Los productos lácteos disponibles en la actualidad, son un alimento ideal para integrar a las loncheras de los niños en edad escolar y son el constituyente principal de los programas alimentarios en la infancia (meriendas) de la mayoría de los países en el mundo. Ademas, estas fórmulas son el vehículo de fortificación ideal para la población en general y en los programas alimentarios destinados a poblaciones específicas. DeRegil y sus colaboradores, en una revisión realizada en Cochrane en el año 2011, recomiendan que los productos lácteos y sus derivados son el mejor vehículo existente para fortificar la alimentación en lactantes mayores de 6 meses de vida, previniendo todas las deficiencias nutricionales, de vitaminas y minerales en niños alrededor del mundo y logrando un crecimiento y desarrollo adecuados.
Después del primer año de vida y hasta la adolescencia los productos lácteos deben ser un acompañante normal en la dieta, manteniendo la ingesta de 500 a 1000 ml diarios. Su composición es variada y entran diferentes sustancias importantes para el organismo como grasas (en forma de triglicéridos) en un 98 del contenido total; proteínas, como caseína, albúmina y proteínas del suero; la lactosa, que aporta carbohidratos y energía; vitaminas como la A, B, C, D3 y E, siendo la D la que fija e fosfato de calcio a huesos y dientes; y por último, los minerales, siendo el más Importante el calcio. Todos estos componentes hacen de los productos lácteos el alimento completo para tomar en todas las edades.
La comida nutre la vida del niño en cada una de las diferentes etapas del desarrollo: lactancia preescolar, escolar y adolescencia. Cualquiera que sea la edad, el niño necesita los mismos nutrientes que el adulto; tan solo cambian las cantidades y proporciones.
En la adolescencia la buena alimentación tiene como objetivo conseguir un crecimiento adecuado, consolidando hábitos alimentarios específicos, que permitan prevenir os problemas de salud de épocas posteriores de la vida, influidos por la dieta, asegurando así un aporte calórico suficiente de acuerdo a la edad biológica y actividad física, y manteniendo un peso saludable, Es importante que los padres participen activamente en la nutrición del adolescente.
En este grupo de edad, y en la vida adulta, han nacido concepciones culturales generadas por patrones ideológicos y culturales, que no tienen base científica alguna, refieriéndose a efectos indeseables secundarios por el consumo de fórmulas lácteas. A pesar de estas controversias, los productos lácteos siguen siendo un alimento ideal que debe ser consumido a lo largo de la vida, asi se previene una gran cantidad de patologías y enfermedades que aparecen en etapas posteriores de la existencia.
Conclusión
Para lograr un crecimiento y un desarrollo adecuados, además de un estado saludable durante toda la existencia, es oital desde que nacemos, mantener una alimentación completa e idónea. Los productos lácteos fortificados, son uno de los alimentos más completos y equilibrados que podemos consumir a diario dentro de una dieta normal, porque satisfacen los requerimientos mínimos necesarios que necesita el cuerpo humano para un funcionamiento y desarrollo normal.
Lecturas recomendadas
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